El momento infinito

Poema VIII

Demasiado urbana.
En la parada de los sinsabores
donde el tiempo se apaga por un rato
somos todos iguales en la espera
con nuestra peculiar desemejanza
toda la sombra en la ciudad despierta
en la que no descansa
el destino común de nuestros hijos
el futuro a sus pies
siempre dignos de amor, como nosotros
cuando la noche impar
nos acoraza
como un soberbio manto
sobre la flor descalza
de la calle que avanza
hacia la independencia de la plaza.
Querida noche impura
no hay consuelo
ante la enemistad de los relojes 
y la violencia de los calendarios.
Y como parte de algún juego eterno
oscuro tras sus reglas
somos toda esta lumbre alucinada.

Poema XII

Hoy cosía un botón del abrigo
que usaré por tercera temporada,
cuando de nuevo recordé a mi padre.
El desgastado estado de mi ropa
como abandono redentor a veces
figura repetida
se estremeció fugaz hacia la estampa
precisa o tambaleante
al borde de la esquina que lo traía a casa.

Volvían lentamente los días buenos
como páginas blancas
las compras de almacén
colgaban de su brazo
para colmar la mesa de los hijos
el Plymouth encendido entre los labios,
una larga ceniza suspendida.

En las manos un libro
algunas veces
lo detenía un poco
los ojos sobre el texto
página 100,
quién sabe.

Pero había otros días  
aquellos que celaban
su figura cimbreante
fluyendo con Pavese
como en cámara lent
por la calle Paullier
de nuevo a casa
ahora despeinado
sobre el raído cuello
de un chaquetón de pana.

Alguna vez, cantando “Stormy wheater”.
Otra, con el rumor abierto
de su esperanza y furia, “In the rain”.
Y caminaba místico hacia Manderley
con “Rebecca de Winter” bajo el brazo
pero sin billetera
o un zapato
desde la misma esquina
a la que nos llevó una vez a ver la luna
en simultánea con la televisión
que no teníamos
y transmitía a todos los hogares
esos primeros pasos de los hombres
que tocaban su suelo.

Y pasaron los siglos.
No importa ya que nadie me devuelva
mis 22 o 24 años, o si soy tu ligera
enciclopedia viva.

Ya no sé si es que cumplo
tu sueño o tu mandato.

No sé si he comprendido
o si el amor es eso
una carencia que temporalmente,
más tarde, siempre luego,
lleva el nombre de alguien
para no resignarnos a estar solos.

¿Soy la ausencia de otro?