No le des un beso en la frente al muerto

No le abras la mortaja para mirarlo a los ojos,
mucho menos toques el somnoliento ataúd.
No beses al muerto
porque es mi muerto,
no el tuyo,
y yo, ni siquiera yo
besaría su frente
ni diría su nombre en voz alta.

(Mi voz repite su voz;
ya no hablaré jamás.)

Este muerto no es nada,
es solo cáscara rota,
desechada;
es la ceniza que serán sus recuerdos,
es su número de serie de cadáver.
Por eso
ni toques,
ni beses,
ni mires,
porque tocando, besando, mirando, estarás en mí,
en mí y no en él,
y yo no quiero manos o labios o miradas sino ausencia. Así que no beses la frente de los muertos.