Nunca conocimos Praga

En el comienzo fue el título de un cuento, que luego fue el título del segundo libro de relatos publicado en Montevideo en 1986. Algo debió pasar en aquellos meses que se volvió gesto reincidente de escritura, ejercicio de taller narrativo, desafío tomando al tiempo como testigo, experimento de laboratorio ficcional por hacer algo diferente. En los próximos meses expondré los protocolos del proyecto y que están publicados, pero ahora una síntesis me parece suficiente. Se avanza con dudas entre equivocación y para evitar ser sofocado por interrogantes persistentes, deben tomarse iniciativas causticas; por ejemplo: el trabajo en ordenador en lo que a mí respecta, hizo que la estimación del manuscrito perdiera valor. No hallaba interés a un cotejo acaso estéril entre la primera versión manuscrita sobre un cuaderno y la penúltima salida de la impresora para proceder a correcciones sobre papel. Igual me interrogaba esa opción de obra en progreso, que pedía aplicarse a un largo proyecto de poesía o a las novelas con una heterodoxia secreta. 

Aceptando la noción y queriendo verla en movimiento, sabiendo que el valor exegético se había desplazado en la era industrial del manuscrito a la primera edición, me dije que había sólo una manera de acceder a las transfiguraciones de poder y flaqueza en la estrategia de un escritor: hacer que se escriba el mismo libro con alguna diferencia de años. Es lo que hice así en tres oportunidades, en 1986, 1997 y 2003. Una lectura en superficie puede hacer pensar que se trata de reediciones del mismo título; corroboro que aun teniendo el mismo título, son tres libros diferentes en tanto las posiciones de la partida cambian en el camino: se altera el orden original de relatos, un cuento se envicia con abstracción y luego recupera claridad, otro aumenta en volumen exigiendo tratamiento de novela que tarda en definirse; un viaje en tren se vuelve trama de traición en la Praga del socialismo real, el cuento que parecía redondo se escinde como célula manipulada creando otros organismo narrativos. 

Después del 2003 se me hizo difícil conseguir editar para publicar las nuevas transfiguraciones, pero claro seguí trabajando sobre el proyecto. Decidí que entre 2018 y 2019 tenía material suficiente; son esos relatos que se incorporan a uno de los shows de La Coquette, siendo a la vez asuntos conocidos y situaciones inéditas. Durante los próximos treinta y seis meses deberé resolver dos asuntos: a) decidir si habrá una quinta versión y si tengo ganas de hacerlo, confieso que por ahora con cuatro me parece suficiente para el dispositivo. b) si merece abrirse en La Coquette un anexo amplio para alberga los cuatro libros que son uno. En cuanto al relato mismo, estoy conforme con la cosecha 2019. 

Alguien por cuarta vez en Praga y que conoce la cultura alemana, las tesis del pensador que se llamaba igual que el gato de Cortázar, se vale del mal pulmonar del Dr. Kafka como atajo para evocar su historia de amor terminada en separación. Con el desenlace, le llega la iluminación de que uno de los puentes de Praga apoya el otro cabezal en un callejón del sur montevideano, junto a una esquina donde lloverá siempre.