Amapola de invernadero

Cuando murió Felisberto Hernández (1964) ya preguntaba por la literatura, unos meses después recibía las primeras clases de Alicia Conforte en el Liceo Piloto n. 14 de 8 de octubre y Propios. Pocos años más tarde -tal como se evoca en el cuento- Felisberto Hernández estaba en el programa del examen de ingreso para el Instituto de Profesores Artigas. Formé parte del equipo dirigido por José Pedro Díaz encargado del volumen Archives sobre Felisberto Hernández, que flotó sin concretarse como budinera en la casa inundada; tengo por ahí los papeles medios perdidos como el caballo. Conocí varios barrios de los evocados en sus cuentos y novelas, conservo varias primeras ediciones, leí su correspondencia con una escritora novia, charlé con alguien denunciado por Felisberto en su audición de radio y trabajé en la Universidad de Lille con Norah Giraldi, que lo conoció y publicó en 1975 un libro pionero: “Felisberto Hernández del creador al hombre”. Como dice el bolero, tanto tiempo disfrutamos de este amor, nuestras almas se juntaron tanto así que yo guardo tu sabor pero tu llevas también sabor a mí. Italo Calvino dijo que no se parece a ninguno y está entre los referentes de Julio Cortázar. En 1977 Monte Ávila publicó “Felisberto Hernández ante la crítica actual”, resultado de los encuentros en la Universidad de Poitiers entre 1973 y 1974 organizados por Alain Sicard; Nicaso Pereda San Martín sumó cartas e información fundamental sobre la relación de Hernández con Jules Supervielle. 

Hizo cosas enormes por la ficción y escribió una “explicación falsa de mis cuentos” que se incorpora al relato. La literatura en los márgenes, los conciertos idem con pocos espectadores y cierta mutua fascinación por novias especiales, que pueden ser muñecas rotas y decoran sótanos y balcones en “Muebles El canario”. El universo de Hernández en Uruguay hay que irlo a buscar, pocas veces se lo encuentra de primera y la experiencia termina generalmente en frustración. La literatura de FH nunca viene al lector, tiene algo de sueño interrumpido y clandestinidad fetichista, poliomielitis infantil, ropa interior percudida, media luz como en Juncal doce veinticuatro y velo de muchachas espías, difuminando escenas paralelas. A veces la vida nos ubica en situaciones raras y decir kafkiano es insuficiente, conocemos lugares donde evocar surrealismo suena hueco, frecuentamos personajes zafando a toda caracterología liando conductas, ceremonias secretas, sexualidad aviesa y apariencia relevando más de ficción que de la clínica: recién ahí sabremos lo que quiere decir felisbertiano. Estamos dentro sin haberlo querido, olvidamos la puerta de entrada al libro sin tapas e ignoramos hacia qué rumbo esta la salida de emergencia, porque la partitura para piano abierta en el atril se altera de manera incesante según la temperatura ambiente.