Estamos aquí ante una operación de desplazamiento dentro del Cabaret Literario La Coquette; en el origen del breve ensayo rondando la literatura fantástica, se trataba de notas sueltas sobre la obra de Felisberto Hernández para una edición crítica que nunca se concretó. En la versión original revisada se advertía el paso del tiempo hasta el presente, igual consideré que había allí elementos interesantes que podían aun mantenerse, así que procedí a dos maniobras. En cuanto a los objetivos generales, volví a considerar la enseñanza de la literatura y procedí a transformar -al menos esa fue la intención- las notas en un manual de iniciación a la obra del autor compatriota, destinado a alumnos avanzados y docentes debutantes. De ahí el título que evoca los primeros libros de los estudiantes de música en conservatorios.
Hubo un proceso de retoques, afirmación de certezas y re escritura parcial, también avances personales conjeturales intuidos, puesto que ya no hay en el horizonte universitario tribunales humanos a quien dar cuenta de interpretaciones arbitrarias. Por ello, durante varios meses pasó el nuevo original por la sección El Astillero, como si fuera un taller literario de chapa y pintura, modulando un avance con tiempo adecuado a su forma presente, donde tiende más a abrir pistas que a cerrar conclusiones. Una vez terminada la redacción y su comentario correspondiente, el proceso se bifurca. La primera zona, el ensayo tal cual con su índice y notas, viene ahora a ubicarse entre los trabajos de reflexión teórica, pensamientos resultantes de la experiencia docente en todos los niveles y también con estudiantes franceses. Cada capítulo del ensayo, fue acompañado de un comentario más o menos extenso; una conversación en recuerdo tal vez a las estimulantes “Apostillas a El nombre de la rosa” de Umberto Eco, que tanto leí por los años ochenta del siglo pasado. La totalidad de esos materiales complementarios, se pueden encontrar en el Expediente correspondiente en la sección Archivos. Felisberto fue un aria central en el programa de preparación al examen de ingreso al instituto de profesores Artigas y fue retomado ahora, cuando llegó el tiempo de dejar las aulas. Dimos con el pianista la vuelta completa sobre el lomo del caballo perdido, que también podía ser una versión infantil pintada de la calesita del parque Rodó.