(bello como las rodillas de Isidore Ducasse)
Todo lo referente a este trabajo está consignado en el “Diario de la obra” que pasará a los archivos de La Coquette el próximo mes de diciembre. Se trata de un ensayo de juventud que quiso explorar la zona del encuentro fortuito de la literatura uruguaya con la lengua francesa. Isidore Ducasse ingresó con pleno derecho a la tradición de los hijos del limo, la mitología de los poetas malditos y la leyenda de los varios misterios: inspiración, fotografía, muerte y transfiguración. Es autor de uno de los libros decisivos del siglo XIX vinculado a todos los desarreglos de los sentidos y sacudimiento de las estrategias de lectura, por ello el ensayo provoca un cotejo incidental con los pensamientos de Pascal. Fue acaso un gesto de piratería oportunista más que de rehabilitación ofendida; me parecía y me sigue pareciendo, un derroche suicida dejar sin amarras montevideanas ese barco, a la deriva entre tiburones y sin timón en otras aguas internacionales, con flotas hostilas prontas a tomar por asalto el cargamento Ducasse, sin exigir ni siquiera un rescate desmesurado.
Mi primer encuentro con Les chants de Maldoror en la librería Colonial de Montevideo donde trabajé una larga temporada, fue un momento clave en la educación literaria. Ese episodio quizá me facilitó el paso de la pedagogía y la hermenéutica a la ficción; el ensayo me hizo ganar un concurso de la Alianza Francesa y el premio bien recibido en su momento, que consistía en un billete aéreo para visitar París. La más reciente secuela del efecto mariposa vinculado a Ducasse, es la traducción de “Alcools” de Guillaume Apollinaire editada en Montevideo hace algunos meses por Yaugurú.