Hace algunos años yo buscaba materiales relativos a la ciudad de Praga para el proyecto Gracchus y encontré pistas interesantes entre los escritos de Apollinaire. El poema “Zona” (à la fin tu es las de ce monde ancien…) y este cuento testimonio en especial. De “Zona” retuve unos verso como acápite para la cuarta variante del libro “Nunca conocimos Praga”. Del cuento “Le passant de Prague” (del libro “L’Hérésiarque et Cie. 1910) la confirmación del aura mágica de la ciudad del río Moldava y el deseo tardío de aplicarme a un ejercicio de traducción. Repasando la vida del autor -en épocas de dudas retrospectivas y el imperialismo del relato alienado-, conformé la idea de que vale la pena dedicar buena parte de la vida a los asuntos literarios. A un joven docente o narrador que está todavía en la incertidumbre, le diría que lea en media hora la ficha de Wikipedia dedicada a Guillermo Apollinaire y sabrá así lo que se puede hacer durante una vida de apenas 38 años. Alguno de sus nombres es Vladimir, fue hijo natural nacido en Roma, ciudadano polonés del imperio ruso, falleció en París -luego de ser herido en la cabeza por un fragmento de obús en trincheras de la primera guerra mundial- en 1918, muerto por Francia de la gripe española. Los candidatos a poetas en La Coquette sin duda leyeron su poemario “Alcools”, nadie puede llamarse poeta sin pasar por ese puente minado de todos los peligros y oportunidades de la modernidad.
La historia del relato traducido es sencilla. El narrador – que asume también las funciones de personaje y autor del texto-es un conocedor de mundo, en esa tradición que más cerca de nosotros siguieron W. G. Sebald y Peter Handke. Un caminante que llega a los lugares que lo inspiran trata de instalarse un tiempo para saber. Liviano de equipaje como si regresara al sitio déjà-vu y para buscar sólo aquello que encontrará al final del golpe de dados. La billetera más bien delgada lo obliga a comer y pernoctar por los márgenes, que quizá es el itinerario privilegiado para acceder el corazón / alma / alcantarilla de los teatros narrativos. Siendo Praga en esta ocasión, es de presumir el encuentro próximo con la maravilla y lo fantástico sin poder formular bajo qué apariencia.
Las historias marcantes de la vida suelen comenzar igual que la novela “Jacques el fatalista” de Diderot. “¿Cómo se encontraron? De casualidad, como todo el mundo. ¿Cómo se llamaban? ¿Y a usted qué le importa? ¿De dónde venían? Del lugar más cercano. ¿A dónde iban? ¿Es que sabemos a dónde vamos? ¿Qué dijeron ellos? El amo no dijo nada; y Jacques decía que su capitán decía que todo lo que nos llega de bueno y de malo aquí abajo, estaba escrito allá arriba.” A partir de ello, encontrarse con el judío errante es una experiencia proliferante de anécdotas con algo de inmortalidad. El personaje andando en movimiento perpetuo desde los evangelios y la leyenda urdida desde entonces por los testigos del prodigio, el corazón humano de la Teología occidental y la tradición literaria del personaje inventada en todas las lenguas romances. La ocasión fantástica abruma por la naturalidad del encuentro: yo hablé con el judío errante. La confirmación de que ello sólo podía suceder en Praga y además imbricando dos temporalidades: la historia del Isaac Laquedem (el nombre elegido por Apollinaire entre los posibles) narrada por él mismo y lo ocurrido en las pocas horas mientras dura el relato, que nos hace ver otra ciudad desde el ghetto de la noche. Orígenes, episodios, condiciones de la posible redención y planes para las próximas horas traman una novela infinita que suspendió el sueño. El cuento se publicó en versión no definitiva en una revista por primera vez en 1902 y Kafka tenía 19 años. Siempre es asunto de gente que narra sobre personajes que narran, aquí intenté primero una traducción literaria y luego traté de desviar el aura hacia la tendencia de otros miembros del Club de los Narradores; alguien me comentó hace un tiempo, que vieron a Isaac Laquedem saliendo de un prostíbulo de la calle Magallanes de Montevideo, lo que puede ser la primera escena de un cuento interesante.