Hagan de cuenta que estoy muerto

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A Juan José Saer

Allor si mosse, e io li tenni retro

Inferno I

BRIGNOGAN – PLAGES

De creerle a Musto como finalmente ocurrió, la historia había sucedido en un tramo de la ruta llevando a lo verificable de tener mente abierta para escuchar lo que se cuenta entre líneas, fue accidente de circulación en un camino balizado al final de dos telegramas urgentes y tres llamadas telefónicas internacionales. Yo había vivido antes algunos veranos en Madrid sin sospechar que allí en la Villa, donde fui feliz y caminaba horas, volviendo con intención de recordar activando la memoria selectiva, sucedió buena parte de la obsesión de relato que me acompañó durante varios años. Sólo puede desprenderse de cabeza y corazón de la manera como sigue: al comenzar a escribir ni atino a invocar una divinidad de esas mediadoras con los humanos para salir adelante en la presente patología del relato. Es exacto afirmar que las complicaciones rondando la resolución de la novela que siempre se proyecta redactar en el futuro incierto, desde el chispazo cero de la idea, notas rápidas en papelitos inapropiados, la cuestión del punto de vista y el rosario consecuente de tiradas corregidas -tantas veces como sea necesario hasta lograr la buena versión aproximada- se ensamblaron de manera fortuita.