EL CLUB DE LOS NARRADORES
La semana del búho (1998)
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Horacio Cavallo
Horacio Cavallo nació el último día de 1977 en Montevideo y es un escritor que juega en todos los puestos del equipo literario. Cuentos para esos locos bajitos, poemas de amor de locura y de muerte, relatos desafiando lo fantástico como “La idea del agua” y es autor además de cuatro novelas. Una de ellas “Oso de trapo” (2008) conoció merecidamente varias tiradas y traducciones; es una astuta maquinaria narrativa, con un personaje femenino magnético, que mezcla como vinilos de DJ márgenes tipo “Sombras sobre la tierra” y huellas no futur de Nancy Spungen.
En La Coquette a Horacio lo presenta el gran Alfredo Fressia, con el prólogo escrito para la primera edición del poemario “Descendencia” del año 2012.
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Horacio Cavallo sabe que el tema de toda descendencia es el tiempo, el que se encarna en cada eslabón de esa larga cadena, el dibujo feroz de la genética. Como las hojas, había dicho Homero, o simplemente como los miembros de una familia, cada individuo va dirigiendo su paso —“hacia la nada”, dice Cavallo— porque su función misma es dejar el espacio a la continuidad, a su propia perpetuación. El poeta también sabe que ese paso de la especie, como el de las estaciones, ocurre en un espacio, histórico además, que aquí es un ámbito de calles, de Montevideo o de Nueva Palmira. La casa, el trabajo, la procreación silenciosa surgen en estos poemas como testimonio de esa marcha de la especie, que nunca es abstracta. El poeta reflexiona, reconoce que andar descalzo / paseando ensimismado / tiene sentido. Y si el sentido es ético cabe a los poetas decirlo, aunque les cueste la vida, y de ahí ese homenaje que se presta en este poemario a algunos de ellos, como Haroldo Conti o a Ibero Gutiérrez.
Y sin embargo, estos poemas del movimiento, del paso, del ambular dejan en el lector el paradójico aprendizaje de la inmovilidad. El ser en movimiento está metido en un hombre (volviendo al hombre en el que estoy metido) y tal vez sea eterno, como la especie, como las estaciones, como los ciclos, o como la misma escalera de Jacob. Por eso, si hubiera que elegir el centro de este libro, quizás lo halláramos en este dístico: Hay un verano que no vuelve nunca / aunque siempre regrese otro verano. Y la forma que el poeta da a sus versos, mayormente esos endecasílabos en los que brilla el artífice, no constituyen en absoluto un ejercicio caprichoso, ni un engañoso juego de “sombras chinas”, sino una forma de la memoria, una pertenencia a la tradición del luminoso misterio poético. Finalmente, y como en el resto de su obra, Cavallo nos recuerda que la poesía estará siempre del lado de las preguntas y no de las respuestas: Acaso sobresalga, monocorde, / un nombre, una y cien veces repetido.
Alfredo Fressia
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Leonor Courtoisie
Leonor Courtoisie nació el mismo año en que Rubén Sosa erró el penal celeste ante el vasco Antoni Zuibizarreta. Ella es actriz egresada de la EMAD, directora de teatro, escritora preparando la beca del premio Molière y autora del proyecto narrativo escénico “Corte de obsidiana” (2017), los poemas de “Todas esas cosas siguen vivas” (2017) y la novela “Irse yendo” (Criatura Editora, 2020). Los textos de Leonor propuestos a la lectura, provienen de la novela recién salida y La Coquette le agradece a la editora Julia Ortiz que lo hiciera posible. Una vez más la novela es espejo: entre visiones fragmentadas y bizarras, allí se descubre la narradora sin maquillaje, se refleja la bien llamada casa familiar y en telón de fondo, una juventud uruguaya buscando su personaje asignado en el tablado del mundo. Lo demás es literatura y lo dijo Alicia Migdal el invierno pasado en la Sala Verdi.
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Presentación de “Irse Yendo” de Leonor Courtoisie. Sala Verdi, martes 17 de agosto del 2021.
Anotaciones en degradé
Hay dos fotos significativas para mí y a los efectos de este diálogo con Leonor. En su wp hay una niña soñadora, bracitos para arriba y ojos entrecerrados en una sonrisa musitada. La foto de la invitación a este libro la muestra en la actualidad, erguida y amablemente desafiante, con el pelo tipo penacho cual amazona. Ambas mujeres escribieron esta novela. A veces más una que la otra. A lo mejor se turnaban la niña y la amazona en estos fragmentos de recuperación y saldo de cuentas con el entorno formativo de los afectos, las penas y los logros. Ambas transitaron el escenario teatral, porque necesariamente hay una niña guardada en el yo de cada actriz, así como hay una muchacha desafiante y frágil en la exposición escrita. Cuando leí Corte de obsidiana -presentada en libro como obra teatral- le dije esto es un relato, lo leo así, como relato entrecortado, más allá de las didascalias, tiene la fluidez y los espasmos de un relato escrito para ser leído, releído, retomado, inscripto en la memoria en tanto lenguaje verbal.
Tema de la elegancia que tanto preocupa a Leonor y que según ella no tiene; el vómito puntilloso según Julia Ortiz. El romanticismo del doler extremo, del añorar sin pausa, de llorar de impotencia ante la injusticia de una acusación equivocada, de querer conservar el pasado no solo material de la casa donde se gestó lo que ella es, sino los nudos buenos de las familias. El desparpajo para nombrar y definir, la ofensa de escribir, la alta exposición: hay o no dilema entre escritura y vida. No quiero hablar de autoficción, nuevo nombre de la academia para eternas formas de hacerse presente en la escritura. Cuando se escribe ya se está en otro lugar; es de libertad ese lugar, a veces de expiación y siempre tiene una distancia extraña con lo representado o inventado. La forma de la realidad arma un escenario a la manera del soneto de Góngora A un sueño:
El sueño (autor de representaciones),
En su teatro, sobre el viento armado,
Sombras suele vestir de bulto bello.
Hay un grupo familiar desarmado, tal vez nunca articulado, que solo se puede nombrar como grupo por la acción de la escritura de Leonor. Sin ella son personas sueltas e invisibles para nosotros, vivan la casa y la casa existirá decía Tarkovski. Que esa existencia traiga alivio o una expresividad comunicante ya es otra cosa. La dicha iguala y la infelicidad es singular de cada grupo, la precariedad que no se puede romantizar. La tonalidad directa, como una niña que registra su sorpresa ante la objetividad del mundo y por eso puede contar con levedad. Levedad era una de las propuestas de Ítalo Calvino y acá hay un ejemplo. Contra o a pesar de la pesadez del mundo, de su carácter incomprensible, esta levedad que no es ligereza cínica sino un compromiso expresivo: así son las cosas, así las veo, no sé por qué todo es así y yo estoy metida en esto pero no puedo escapar de las palabras que lo registran y no lo explican. Final con gozo. “Algún pedazo de hormigón cayó y no nos importó nada porque habíamos hecho algo juntos y estábamos ingrávidos de canto y de hacer honores”.
Casa y teatro-casa que se hacen y se deshacen con grupos que se malentienden. El grupo desarmado se constituye como tal por la escritura, es ahí donde existen y se juntan aún sin quererlo. Efecto sobre los espectadores o resultado de la obra sin pedir permiso. Alguien se va volando a escribir sus cuentos, otra se compra una lámpara. Creatividad. Hacerse adulta, adiós a la infancia.
Zona de los crímenes del corazón del proceso de crecer y morir, el barrio dibujado, la ciudad y sus perímetros…
Alicia Midgal
LOS RIOS FICTICIOS
“Bruxelles piano-bar” (2010)
Capítulo VII: EL REY DE LOS URUGUAYOS
Escena 49: El Delta del Ganges y final
LIBRERÍA LAS NUBES
Sally Sullivan
“En busca del Maestro”
Atraída por la postrera y terrible imagen fotográfica de un personaje eminente de la cultura uruguaya de la segunda mitad del siglo XX, la autora se propone indagar aspectos de su pasado y de su obra. Interlocutores reticentes o locuaces, testimonios parciales o contradictorios, discípulos, críticos teatrales, confidentes, una antigua amante, páginas inéditas de un «Diario» íntimo, son pautas de la investigación que, entre otras, van revelando la probable existencia de una ignorada zona de la historia personal del Maestro, subyacente a la notoriedad pública y su magisterio artístico. De la misma surgen además aspectos poco conocidos –en todo caso ambiguos– del contexto montevideano en el cual se expresarán obra y magisterio.
Si como dice uno de los personajes implicados, todo eventual cuestionamiento de un mito incomoda a guardianes del templo y a celosos de la textualidad, esta intolerancia fue padecida también en algunos momentos de su trabajo por la propia autora. Que para colmo no es oriunda de Durazno y Convención. De eso y otras inconveniencias trata el relato de Sally Sullivan.
Jorge Musto
NOTAS, APOSTILLAS Y ANEXOS
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ARCHIVOS
El cazador Gracchus amarra en Montevideo y Mi primer Felisberto (diario de la obras) / La primera Cartografía original / Biblioteca musical / Índice general del año Uno de La Coquette / Fichero de Programaciones mensuales desde Abril 2020.
OCTAVA BANDA DE AUDIO DE LA COQUETTE
Gonzaguinha / “O que è, o que è?” de Gonzaguinha.
Paul Lewis / “Momento musical N°4” de Franz Schubert.
AC/DC / “Highway to Hell” de Angus Young, Malcolm Young y Bon Scott.
Camarón de la Isla / “Soy gitano” de José Fernández Torres, José Monge Cruz y Vicente Amigo.
Johnny Cash / “Hurt” de Trent Rezner – Nine Inch Nails.
Jaime Ross / “Durazno y Convención” de Jaime Ross.
Django Reinhardt / “Nuages” de Django Reinhardt
Rodolfo Mederos / “El caburé” de Arturo de Bassi.
Eros Ramazzotti / “Cose della vita” de Eros Ramazzotti, Piero Cassano y Adelio Cogliati.
Carlos Cuevas / “Contigo en la distancia” de César Portillo de la Luz.
Lena Horne / “Stormy Weather” de Harold Arlen y Ted Koehler.