El prólogo del 58 y catorce poemas (1958-2014)

Una de las veces que Antonio Machado se refiere a la poesía, la define como “respuesta animada al contacto del mundo.” La relación con la realidad es, por consiguiente, estrecho, íntima: se trata de un diálogo. Vemos en cambio, muy a menudo, que la poesía se ha vuelto monólogo, perpetuo girar del pensamiento sobre sí mismo, oscuridad expresiva, acumulación de imágenes.

   Se considera muchas veces a la belleza como una esencia aislada de lo real, del vivir cotidiano, -y aún en oposición con él-, de modo que las ocupaciones corrientes, la vida en compañía, serían trabas para el creador. Comparto, al contrario, la opinión que ve en la experiencia diaria, viva, una de las fuentes más auténticas de poesía. Su expresión adecuada es un lenguaje directo, sobrio, abierto, que no requiere cambio de tono con el de la conversación, pero que sea como una conversación con mayor calidez, mayor intensidad.

   La misión de este lenguaje es descubrir y no cubrir; descubrir los valores, los sentidos presentes en la existencia y no introducirnos con un mundo poético exclusivo y cerrado. Para cumplir su misión, el lenguaje cuenta con el auxilio de las cualidades formales: los valores sonoros, cierto ritmo, cierta estructura. Ellos son función del contenido, mejor dicho, la única manera cómo el contenido logra su existencia.

   Cada poema debiera tener su forma intransferible como cada objeto real tiene su color y figura propia. Es por esto que no me parece deseable el uso casi exclusivo de formas tradicionales, como el soneto. (Este último es muchas veces preferido porque provoca más fácilmente la ilusión de que la plenitud del poema se ha logrado.)

   Mucho habría que decir sobre este difícil problema de la relación de forma y contenido, pero sólo quiero agregar la convicción íntima de su profunda unidad; precisamente, la intensa felicidad que provoca la creación poética me parece que consiste en lograr, a veces espontáneamente, otras con dificultad, la indisoluble unión de lo expresado y su “manera”, cuando el sentido se hace transparente y vivo a través de la forma.

   Sobre el material que compone este libro, poco hay que decir. Los poemas más antiguos se encuentran en la segunda parte, “Mar y Ciudad”. Los del comienzo “Verano”, son un reflejo de las muy felices vacaciones que he pasado en campaña, en Paysandú y Tacuarembó.

   En general, los poemas, tendrían a agruparse en conjuntos, en unidades más grandes, tal vez porque no he logrado dar en ninguno de ellos aisladamente, la totalidad de los que querían expresar.

   Es por eso que no he seguido eliminando y seleccionando. Ninguno parecía valer por sí solo; los dejo, pues, que se apoyen unos en otros, que busquen crear una atmósfera común que los sostenga.

C. M.

Una vez

Una vez, como era temprano, caminamos
antes de ir a acostarnos y después de la cena
por dentro de una noche inmensa, cielo bajo
blanco de estrellas.

Caminamos por dentro del resplandor cercano
como dentro de música
dentro de un titilante silencio transparente
envueltos en canciones remotas y secretas

Y aunque nadie cantaba
atravesando nieblas de ancha luz nocturna
caminábamos
sintiendo de algún modo como una voz, volando
sobre nuestras cabezas.


Y como no veíamos la tierra que pisábamos
todo se volvió cielo:
los ojos fueron cielo,
el corazón prendía y apagaba latidos
y así fuimos andando por adentro del cielo
juntos y silenciosos
envueltos en estrellas.

(En el tiempo, 1958)


El regreso

Regresarán follajes y entrecruzar de ramas,
el complejo rumor de los árboles, los múltiples,
salpicados, cambiantes colores de las hojas.

Volverán a su única semilla
a su primera vez, a su germen oscuro
donde un día dormían.

Y juntos, sin saberse ni verse, sin el ansia
por salir a la luz desde allá abajo
como ahora se esfuerzan en los espesos montes
alzándose y luchando.

Regresará aquel rojo de pétalo encendido
aquel verdor de luz, de dorada alegría
aquella flor veteada y de irisar rizado

todo aquel amarillo llovido sobre el campo
cuando abril se caía en gotas amarillas
sobre un lado del cerro.

Todos regresarán a su hueco de sombra
al centro oscuro y simple donde estuvieron juntos
donde una vez durmieron.

(En el tiempo, 1958)

La muerte

I

A las tres de la tarde le anocheció de golpe.
Se le voló la luz, el piso, las agujas
del tejido, la lana verde, el cielo.
Ves qué fácil, qué fácil:
un golpecito, un hilo
que se parte en el silencio
a las tres de la tarde.

Y después ya no hay más. De nada vale
ahogarse en llanto, no entender, tratar
de despertarse.
Muerte, de pie, la muerte
altísima, de pie, sola, parada
sobre mayo deshecho.

(En el tiempo, 1958)

Junto a mí

Trabajo en lo visible y en lo cercano
-y no lo creas fácil-
No quisiera ir más lejos. Todo esto
que palpo y veo
junto a mí, hora a hora
es rebelde y resiste.

Para su vivo peso
demasiado livianas se me hacen las palabras.

(Presencia diaria, 1964)

El puente

En un gesto trivial, en un saludo,
en la simple mirada, dirigida
en vuelo, hacia otros ojos,
un áureo, un frágil puente se construye.
Baste esto solo.

Aunque sea un instante, existe, existe.
Baste esto solo.

(El puente, 1970)

Sincronías

¿Cómo se hará para estirar la mano
y atraer hacia aquí todo el presente
y atarlo?

Que se escape el sol sobre la hoja
el mosquito en el aire
ronco motor doblando la esquina
y en paladar el gusto del durazno.

(Superficies, 1990)

Poemas de Caraguatá

(Imagen final)

I

A la hora final
cada uno tendrá su pequeño paisaje
para borrar con él esa penumbra
de habitación de enfermo.

Este trozo de río no está mal, por ejemplo,
para guardarlo así: las costas verdes
rodeándolo, brillante, silencioso.

Y son dos movimientos:
mientras el bote avanza
sin ruido, hacia adelante,
la imagen, al contrario,
va hacia atrás, silenciosa,
abriendo el pensamiento
y ancla profundamente.

Cuando toque soltar amarras
de una vez para siempre
el viajero no habrá de ver los muros
-frascos, cama, remedios-

sino este río inmóvil
bajo la luz del sol, resplandeciente.

(Dos voces, 1981)

Objeción de Simmias

(del Fedón Platónico)

¿Y si el alma fuera como música
y el cuerpo la lira?
Roto uno, la otra no existe
dice Simmias.
El silencio se hace en la celda.
Los discípulos callan, inquietos.
De aquel largo silencio, todavía las olas
salpican.

(Dos voces, 1981)

Raíces

Hoy de mañana
tuvimos que arrancar unas hierbas
que crecían por todas las ranuras.
Se arrancaron las hierbas
y quedaron al sol temblando las raíces
como sorprendidísimas… ¿y esto?
¿De lo oscuro a lo claro un instante?

Muerte invertida, rara:
de la tierra cerrada y ciega
al ojo azul que todo lo traspasa.

Abrirse a todo aire: perderse.
Soltarse a toda luz, también perderse
dicen las raíces
temblando.

(De lo visible, 1998)

La fiesta de Trimalción

En medio de la fiesta
Trimalción quiere saber qué se siente
qué iba él a sentir en su velorio
el día en que los dioses dispusieran
su muerte…
            Entonces
pide a los invitados que se hagan los dolientes
y él se pone su fina mortaja
de color adecuado
hace tocar la música adecuada
y pide que le lloren
que le arrojaran flores
                    y lloraran.

Algunos invitados protestaron
-su mujer no quería-
pero se hizo todo a su manera.

Los viejos manuscritos están rotos
de modo
que ya salta Petronio hacia otro tema
y el liberto no sale
de su espantosa fiesta.

(De los visible, 1998)

Invitación

Me gustaría
que me oyeras la voz y yo pudiera
oír la tuya.

Sí, sí, hablo contigo
mirada silenciosa
que recorre estas líneas.

Y repruebas, tal vez, este imposible
deseo de salirse del papel y la tinta.
¿Qué nos diríamos?

No sé, pero siempre mejor
que el conversar a solas
dando vuelta a las frases, a sonidos,
(el poner y el sacar paréntesis y al rato
colocarlos de nuevo).

Si tu voz irrumpiera
y quebrara esta misma
línea… ¡Adelante!
Ya te esperaba. Pasa.
Vamos al fondo. Hay algunos frutales.
Ya verás. Entra.

(Breve sol, 2001)

Despedidas

Colores y sabores.
¿Habrá que despedirse
del gusto del limón,
su punzada en la lengua?

¿Y habrá que decir adiós al ruido de la lluvia?
¿Cuándo?

(Dualidades, 2014) 

Por detrás de mi voz

Por detrás de mi voz
-escucha, escucha-
otra voz canta.

Viene de atrás, de lejos
viene de sepultadas
bocas y canta.

Dicen que no están muertos
-escúchalos, escucha-
mientras se alza la voz
que los recuerda y canta.

Escucha, escucha:
otra voz canta.

Dicen que ahora viven
en tu mirada.
Sostenlos con tus ojos
con tus palabras.

Que no se pierdan.
Que no se caigan.

No son solo memoria
son vida abierta
abierta y ancha.

Escucha, escucha:
otra voz canta.

(Poema musicalizado)