Yo soy

en la noche o en el día.
Yo soy
la idea que fui, antes.
Soy la ínfima partícula
que soñaron mis padres.

Soy la que respira,
la que se aferra al aire.
Soy el vicio de la palabra.
Soy la misma
que fui en los ojos de mi infancia
y aun soy más.
Soy la que recorre el mundo con mirada nueva,
soy en las huellas de mis pies
o en mis dígitos únicos de documento.
Soy, entre miles de millones, una.

Y soy, incuestionable, en el frío
de la triangular e inversa mañana naciente,
mi maletín, mi abrigo, mi lápiz,
mi borrador
y título en una pared.
Soy mis libros leídos o los que guardo para después.

Soy lo que no sé,
porque siempre me acompaña
la incómoda sorpresa o el deseo
ante lo desconocido.

Y soy también lo que seré en la memoria de los otros.
Lo que sus lenguas, para bien o mal,
querrán que sea,
lo que me impongan sin posible réplica, alegato ni súplica.

Soy, desde hoy, la posible costumbre en tu recuerdo.