Nada es como aparenta y menos en el trato afectivo de los hombres, las estaciones termales, el erotismo de las muchachas, el judaísmo y los animales domésticos. Kafka es el informante espía de esa disparidad cuyos orígenes habilitan diversas interpretaciones -de ahí la famosa unhemlich (extrañeza inquietante: Schelling, Freud- cuando lo que debía de haber quedado oculto y secreto se manifiesta ante nosotros, como insecto con sentimientos familiares.
Los Diarios de Kafka son normales antes de abrirlos y luego están contaminados de transfiguración donde lo natural depende de lo sobrenatural. Notas en el centro y al margen del cotidiano, relato de lo banal alterando la vida del nadador y abogado, amante y tertuliano, creador y afiebrado corresponsal de muchachas al borde de la crisis de nervios. Abrir el diario con la pluma en la mano y llevarlo es un proyecto literario; de ahí el mandato para los lectores de no saltearse ni una línea, como sucede con la correspondencia de Flaubert. Los Diarios se avienen a la tensión de lo inmediato anotando la angustia de lo eterno, anuncian relatos que nunca se escribirán, miran un mundo que sólo existe por esas entradas en los diarios. A la edad que murieron varios rockeros famosos Kafka inicia su Diario en 1910, consignando la quietud de los espectadores ante el paso del tren y seguirá hasta el agotamiento el 12 de junio de 1923. Fragmento de escritura en las horas del día con restricciones estrictas para no perder el tiempo, triple tarea de observación, introspección e imaginación es el lugar de lo otro que podría olvidarse. Dejar pasar un día sin escribir seria disolverse, hay que aprovechar las pesadillas del tiempo para nutrir la obra, correr tras palabras banales hasta llegar a lo innombrable, el horror de lo logrado pudo ocultarse en lo inmediato donde todo puede tener utilidad: notas de viaje, recuerdos de infancia, vivisección con vida de obsesiones sexuales e identitarias, amigos y muchachas seducidas. La novela de la tuberculosos escrita en la respiración de los pulmones y leída en el termómetro mercurial, las pausas entre médicos y sanatorios, placas y extensión de las manchas de sangre en los pañuelos, la ecuación de incógnitas infinitas entre vida incluyendo la muerte y la escritura: por encima de toda la literatura que arrastra, a la manera de Shiva iniciando la danza cósmica en movimiento perpetuo destrucción / construcción.
Miles de páginas en las cuales meterse es una aventura y estando dispuesto a escapar en cualquier segundo si se cierra la trampa; siendo todo importante la única estrategia admisible en el proyecto Gracchus, era regresar a la edición de los diarios leídos cuando joven en traducción española, revisar los subrayados confirmando que casi todos referían a la relación con la literatura. Lo repetí en traducciones más actuales y en cuanto a la versión final procedí como lo expliqué antes: lo transcripto es lo que creo que me dicen a mí esos fragmentos. Es clara la diferencia entre el escritor comprometido y el compromiso visceral con la literatura; lecciones para el joven aspirante a acercarse al castillo inaccesible de la novela, conciencia de la desesperación ante lo intraducible y precio a pagar en el contacto cuerpo a cuerpo. En ningún otro lado se lee tan fuerte la situación de combate con la escritura a la manera de Jacob, donde los fracasos son moneda corriente y rarísimas las victorias. Presentimos la radicalidad prescindente ante las tentaciones del mundo, la realidad es superflua y la vigilancia del dios vengador distrae; la obra imaginada nunca se alcanza, de ahí el desgarro por robar horas irrecuperables a la familia, las pulsiones y la vida social; también a la religión entre lengua, familia y tradición, filiación paterna y trascendencia plantada junto al árbol de la vida en comunidad, las persecuciones y actitud ambigua ante camaradas del sionismo, frecuentando artistas del cabaret judío tradicional.
Los Diarios dicen del paso de las noches y la necesidad irrevocable de negociar con el tiempo, la carrera desigual contra la enfermedad, el terrible foso entre lo que se proyecta hacer y lo que se hace: y cuando la obra se aleja por el aire, igual escribir sobre el sentido de la literatura: la verdadera metamorfosis es transformar lo inexistente en relato y el resultado es maravilloso por perturbador. El Diario que debería ser apoyo para entender el resto de la obra, se vuelve monstruo de escritura imponiendo sus propias leyes como la máquina de escribir de la colonia penitenciaria. De la misma manera que el cuerpo ingresa en la enfermedad siendo la gimnasia preparatoria de la muerte, el Diario se transfigura en objeto narrativo. FK busca con desesperación la literatura, todo lo que emprende irónica y fatalmente se vuelve literatura. Subrayé -dije- los fragmentos donde rondan asuntos literarios, gesto de curiosidad y admiración, temor y temblor de juventud recuperado en la vejez tanteando el otro lado del espejo. Decir transferencia por el oficio sería demasiado sencillo y también suponer sublimación, los Diarios de FK son cursor para indagar hasta dónde un escritor avanza en el puente romano de la tradición. Puede que subrayé esos textos precisos para entender la naturaleza del Odradek, asumir crear en una literatura menor y aceptar que “Alguien que no lleve su propia Diario está en falsa perspectiva en relación al diario de otro.”