El cazador Gracchus amarra en Montevideo

El Astillero es la sección dentro del sitio donde van avanzando los proyectos en proceso, un dominio del estado textual intermedio entre manuscrito y el libro hipotético. En los primeros meses de La Coquette, el proyecto “Gracchus” resultó ser el ensayo que abrió la partida por razones de actualidad de lecturas y afectivas. El Astillero tiene dos secciones: a) el texto visible (la escritura en proceso) y b) una redacción en paralelo comentando los contenidos agregados en cada entrega (diario de la obra). Luego de unos seis meses de trabajo y habiendo terminado el ensayo -a la espera del próximo sobre Felisberto Hernández que comienza este mes- los materiales se movieron. Las notas anexas fueron desplazadas a la sección Archivos donde pueden ser consulados si fuera necesario; el texto principal fue integrado a Los ríos ficticios pues el expediente explora el planeta kafkiano con perspectiva de narrador. Esas apostillas referidas (de alguna manera forman parte del libro) y un índice interno razonado de los contenidos, hacen innecesario el agregado de comentarios redundantes en esta presentación; quizá sean suficientes unas pocas líneas para quien inicia la lectura por esta entrada liminar.

Gracchus fue un cazador de la Selva Negra de los primeros siglos de nuestro conteo de la historia. Yendo tras una presa en la montaña tiene un accidente, muere y no muere del todo: esa ambigüedad del cazador de Schrödinger es lo que funda la leyenda. El relato popular destilado por el tiempo, es que acaso bifurcó yendo hacia la muerte y partiendo de ese error de bitácora, entabla un diálogo a distancia con el mito de judío errante. Gracchus parece condenado o destinado a un purgatorio marino -las razones de esa escatología con mástil y el fin del periplo suspendido permanecen flotando en las especulaciones-, un viaje que resulta infinito en una barca poniendo proa a todos los atracaderos del mundo. Kafka retiene esa historia y se interesa por sus promesas narrativas, Kafka escribe una frases en su diari y luego un relato de cuando la barca de Gracchus visita Riva, siendo recibido con la pompa funerario de un personaje de su extraña condición, ciudad por la cual el autor paso en su viaje italiano. Yo tomé el episodio (el relato tiene su propia historia secreta) por metonimia, circunvalando a Gregorio Samsa, el señor K, un ingeniero de castillo y otros personajes excéntricos, como el simio del Informe para una Academia o Josefina la cantora. Aposté a que Gracchus podía ser el Simug de Kafka, un pájaro literario fantástico volando entre todos y siendo también los manuscritos de Kafka. En algún momento accidental y ficticio la barca de Kafka amarró en Montevideo, que es mi ciudad natal. Ello sería la metáfora utilitaria del encuentro fortuito de un estudiante uruguayo de literatura con la obra del praguense; divagando sobre cómo la noticia del cazador rezagado, ilumina, crea y transfigura el mito con más incidencia de la literatura occidental moderna, sabiendo que el viaje continuará más allá del Siglo XXI.