(VI) Si una noche de invierno Italo Calvino

La experiencia del asunto/cuestión expuesta e inconclusa se percibe en muchos de los relatos de FH. Asistimos durante la lectura a un planteo de tensión estable entre presencias y ausencias, sombras y luces, verificaciones y dudas, en lo que es un recurso surgido desde las entrañas del cuento, dilatando la sensación de ambigüedades expandiéndose a la reflexión global del cuento. El relato se prosigue en los márgenes del libro -por eso algunos libros suyos son sin tapas- y bambalinas de la lectura pública; asimismo en el aurea perturbada de los personajes y la descomposición de las frutas, el murmullo de la colonia atareada de roedores de casonas decimonónicas e incoherencias comportamentales del servicio doméstico, en el espiritismo invocado de los herederos de sangre y los rayos X de los agonizantes.

En “Nadie encendía las lámparas”, cada texto de los diez se presenta como entidad cerrada autosuficiente, no debería de haber lugar a dudas al respecto y sin embargo… (44) El conjunto incita la sospecha fundada de conexiones en contacto superficial, que producen la recepción menos de una sumatoria unitaria que de un sistema en retroalimentación en sinergia. Es la adición una máquina de escritura con conciencia subconsciente de su funcionamiento recién después que fue montada, siendo dispositivo escrito que sólo sirve para eso que resulta. Una progresión con atajos y atascos, retrocesos, bucles, escaleras, pasadizos secretos, retorno en espiral al punto de partida que detalla procedimientos de redacción, confirmando los exiguos elementos de una estética anunciada. Cada cuento es una excepción que transgrede la regla y participa de la obra en progreso. Hasta es posible rastrear moléculas compartidas dialogando a lo largo del libro, con una transposición permisible sin atentar contra la referida autarquía. Lo apasionante y problemático, retoña cuando entendemos que los cuentos se desplazan en dos niveles como la materia. El primero de la apariencia y el otro de hormiguero próximo a la física cuántica del detalle, eso invisible habitando lo presumible.

Algunos ejemplos en relación a plantas, ambigüedad, niveles icónicos, músicas y casas y recuerdos puedes ser ilustrativo. La fecundidad del contacto con el mundo secreto de la vegetación a la manera de jardines cerrados, invernaderos de plantas carnívoras, canteros que se riegan cada atardecer y arboretos en dédalo con ejemplares de todos los continentes. La palabra enredadera, buscando en cada pulgada los puntos de apoyo para subir por los muros hasta alcanzar las terrazas superiores, acelerando la clorofila. La luz dentro del túnel que es nacimiento por asociación, manipulación mecánica de fotógrafos ambulantes, metáfora recurrida cuando se deja atrás la depresión con barbitúricos y trayecto atravesando el Bardo tibetano después de la muerte. La fascinación de ingresar en las casa ajenas y recorrer los espacios prohibidos, vericuetos y puertas falsas; descubriendo el hábitat mental de moradores y los inconfesables secretos de familia. La mente considerada como un pueblo perdido en la geografía íntima, donde transitan los recuerdos fundadores de la niñez con otros forasteros y reclutados en las vueltas de la vida.

“-Casualmente a mí me gusta la soledad entre plantas – le contesté.” (45)

“Después de las primeras palabras, yo me escuchaba con serenidad y daba a los demás la impresión de buscar algo que ya estaba a punto de encontrar.” (46)

“Ahora me cuesta hablar de eso. Esta luz fuerte me daña la idea del túnel. Es como la luz que entra en las cámaras de los fotógrafos cuando las imágenes no están fijadas.” (47)

“Sin embargo a mí me atraían los dramas en casa ajenas y una de las esperanzas que me había provocado el concierto era la de hacer nuevas relaciones que me permitieran entrar en casas desconocidas.” (48)

“Todos estos recuerdos vivían en algún lugar de mi persona como en un pueblito perdido: él se bastaba a sí mismo y no tenía comunicación con el resto del mundo. Desde hacía muchos años allí no había nacido ninguno ni se había muerto nadie. Los fundadores habían sido recuerdos de la niñez. Después, a los muchos años, vinieron unos forasteros: eran recuerdos de la Argentina. Esta tarde tuve la sensación de haber ido a descansar a ese pueblito como si la miseria me hubiera dado unas vacaciones.” (49)

La permisibilidad crítica sin que nunca agote los posibles, proviene de ese atrapante efecto global, donde ningún diagnóstico puede considerarse definitivo y se aconseja -con insistencia- pedir un tercer punto de vista.  Para toda línea de investigación que se emprendq, la obra de Felisberto dispensa argumentos pródigos y reticentes; hasta pueden convocarse con beneficio y felicidad a especialistas internacionales tales como Barthes, Lacan o Cortázar. El cuento los incorpora dócil, plegándose a sus protocolos metódicos a la espera de la novedad; ello hasta que en cierto momento el asunto se fuga del ensayo de fijar tesis desde fuera, un perímetro de seguridad, y debemos montar otros cebos eficaces recomenzando una cacería en movimiento perpetuo.

Felisberto es huidizo porque desliza a capricho el cursor temporal, ubicando sus historias entre lo que ya fue y lo inminente, pero sin que sea con certeza el presente; cuando el tiempo se extiende a lo espacial, estamos en los códigos de límites y fronteras. Para nosotros los literatos eso parece complicado, más para quienes somos docentes y debemos preparar los cursos destinados a comunicar buscando objetivos pedagógicos. Los músicos hacen de los tanteos otro territorio fecundo, ellos escuchan las versiones más tradicionales con instrumentos de época, son sensibles a osadías pues nadie olvidó que pasó Igor Stravinski por las orquestaciones y hasta se desafían ensayado improvisaciones. Los cuentos citados tienen algo de nutrias salvajes, tras su reconocida sencillez y numerosas aproximaciones que conectan las partes del sistema, en un intento de “lectura crítica final” que hasta el presente es insuficiente, lo “otro” se resiste a ser encasillado si no es a partir de categorías felisberteanas, tal como sospechaba Italo Calvino: “Non somiglia a nessuno: a nessuno degli europei e a nessuno dei latinoamericani, é un “irregolare” che sfugge a ogni classificazione e inquadramento ma si presenta ad apertura di pagina come inconfondibile.” (50)