Hay que estar muy atento. El pulso firme, la mirada precisa, porque desde el lugar menos pensado, aparecerá esa pieza deseada. Las primeras pistas pueden llegar por los primeros sonidos, por lo que el sentido del oído debe estar muy entrenado. Una vez en la mira no puede escapar. Los movimientos deben ser precisos, certeros, secos. Una vez que la tengamos con nosotros será el momento del disfrute. Tener la presa a nuestra merced, entregada, mirarla, disfrutarla, porque cada pieza cazada, es un triunfo.
Esta afición por la caza viene de mucho tiempo. Es una ocupación que, hoy en día, está demasiado presente en mi vida. Supongo que comenzó en la niñez. Se debe haber iniciado de la forma más inocente e imperceptible, y lo digo en condicional, porque no puedo afirmarlo. Las adicciones no se deciden, nos buscan. Son ellas las que nos cazan. Se comienza sin proponérselo, como en un juego. Cuando menos se espera, ya se está metido en un baile del que es difícil apartarse. A veces se quiere salir, otras veces no, se disfruta. El concepto de adicción parte de algo incontrolable. Desde el diccionario se la define como afición desmesurada a algo, como un hábito de conductas peligrosas o de consumo de determinados productos, del que no se puede prescindir o resulta muy difícil hacerlo por razones de dependencia psicológica o incluso fisiológica.
Hay una película, en la que Kevin Costner personifica a un hombre, Mr. Brooks, que con la ayuda de su conciencia, disfruta cuando asesina. Ese goce -extremo y trágico en el caso de Brooks- es algo de lo que me sucede desde que me hice cazador. Disfruto de cazarlas.
Soy de la generación en que luego de la época de oro en el cine, la televisión tuvo su primera explosión como medio masivo. Durante más de medio siglo ha sido el medio de comunicación global y de entretenimiento por excelencia. Hoy, quizás las redes sociales e Internet, pongan en jaque a la televisión conocíamos hasta ahora, pero ese es tema para expertos. No voy a hablar de Netflix. Voy a hablar de las series con capítulos semanales y no como ahora, que un capítulo viene tras de otro, sin respirar, sin poder ver los créditos, con los créditos apareciendo en forma invisible, con la agonizante cuenta regresiva que nos anuncia que comienza el próximo capítulo.
Si me lo me lo preguntan, lo respondo sin reservas: soy cazador de series. Sé que hay alguna empresa española, algún programa de televisión y hasta un blog que tienen este nombre. En mi caso no es ni una marca ni un negocio, sino que es a lo que dedico parte de mi tiempo.
Una serie de las que me gusta cazar, no es ni película, ni cine. Es pura ficción, un producto de televisión, en capítulos, unitarios o con continuidad. Cazar una serie es buscar, recorrer los terrenos donde esas presas se mueven. Hoy Internet es la gran jungla y permite sentirnos a nuestras anchas. Sin embargo, antes estábamos a la suerte de las decisiones de los empresarios televisivos abiertos, que cada tanto se apiadara y decidiera poner al aire alguna serial. Salvo con series muy exitosas, como Dallas o Dinastía, por los 80, que eran programadas en horario central que peleaban cabeza a cabeza por una audiencia mundial, muchas veces los llamados horarios laterales, que tienen mala prensa como espacios marginales y sin audiencia, sin embargo son de los terrenos más preciados por un cazador de series. Allí se pueden encontrar desde El auto fantástico, Mc. Gyver o La familia Ingalls. No se deben descartar otros clásicos que cada tanto aparecen, muy valorados por los cazadores de series, a saber Patrulla de caminos, Los locos Adams o El agente 86. De los ejemplares exóticos, de los que más disfruté haber cazado, están el ciclo que conocíamos como Supercine policial, integrado por el distraído Columbo, el tejano comisario Mc. Cloud y Mc. Millan y Sra., en una inolvidable trilogía semanal de los 70, Batman, la serie televisiva protagonizada por Adam West de la década del 60, Superman, en blanco y negro, Superman que por los 50 estuvo seis temporadas y ciento cuatro episodios de media hora, poniendo al hombre de acero en los primeros televisores del mundo, protagonizado por George Reeves. Una mención especial para La mujer maravilla, con una divina mujer como Lynda Carter, que enmudeció a más de uno. Difícil no enamorarse de ella.
De las primeras cazas hay dos protagonizadas por animales, como Lassie y Rin Tin Tin. O alguna otra como Daniel Boone, Bonanza o El gran chaparral. Una de las piezas más preciadas de la cacería es la maravillosa Tierra de gigantes, donde la ficción de los diminutos tripulantes de una nave accidentada, trataban de sobrevivir en un lugar habitado por inmensos humanos, en ciudades que resultaban familiares. Hay momentos recordados en Starsky & Hutch -en Uruguay bautizada tontamente como S & H- o Baretta, Sérpico o Kojak (Telly Savalas), con momentos inolvidables de Hawaii 5-0, con una cortina musical que se transformó en un clásico que hasta ejecutaban las bandas militares en las plazas de pueblo chico, o Cannon, con el gordo Willian Conrad.
El cazador de series debe estar siempre atento, porque en cualquier momento desde cualquier lugar, aparece una presa apetecible. Con el tiempo el ojo se acostumbra a identificar cuál es más valiosa. Algunas perduran por originales o divertidas, más que por buenas, como pueden ser Emergencia -la de los bomberos-, Chips, los policías motorizados con el casanovas del oficial Poncharello o Los Beverly Ricos.
Hay piezas únicas como El fugitivo, El avispón verde y Mannix, que forman parte de las mejores sesiones.
Siempre hay un mundo por descubrir y series por conocer. El cazador de series no descansa. No existe el reposo del guerrero. Quizás, solamente, se tome un instante para recargar las armas o hacer sus necesidades. El cazador de series siente orgullo de su adicción. Y que no me vengan con las remakes. Terribles. A cuál peor. No conozco una serie que pretendió copiar, homenajear o ser una nueva versión de alguna original, que haya superado a la serie madre. Por lo tanto, a los escasos de ideas de hoy, busquen por otro lado, porque las especies que busca un buen cazador de series, son y serán, ejemplares únicos.
(www.delicatessen.uy)