La fiesta: master take. Chick Corea

Aquí se cuenta la llegada confirmada y que nunca ocurrió de Chick Corea a la ciudad de Montevideo, es el último cuento del libro “In Memoriam Robert Ryan”; los ocho relatos que lo integran tienen un principio organizador cronológico. Todos acaecen el día de la muerte de Elvis Presley el 16 de agosto de 1977 y yo estaba ahí, por eso me acuerdo del paisaje afectivo como si fuera hoy. El relato de esos años quedó captado por los protagonistas de la acción que asoma a la superficie y exhuman historiadores, sociólogos y el periodismo. El narrador siempre llega atrasado, es el que lee los papeles tirados por el piso, espía debajo del agua tratando de zurcir la historia natural de la sociedad a la intemperie, el último que pasa por la feria vecinal para hacer el puchero con los restos. Así, las peripecias allí evocadas nunca aparecieron en ninguna historia de esos años publicadas posteriormente, ocurrieron en el tercer reino espectral de la ficción. Los escritores trabajamos con materiales del olvido y la amnesia, que a veces es premeditada entre los celosos cronistas de lo real. 

La anécdota comienza con una experiencia personal que se hizo frustración, evoca alguno de los viajes de entonces a la ciudad de Buenos Aires a buscar por unas horas el centro extraviado. Un rodeo ilusorio de corta duración, comprar mocasines porteños, vagar por Corrientes viendo que el cabaret es una fuerza resistente considerable, comer un bife con papas fritas en las parrillas de la calle Montevideo, recorrer las mesas de saldo de Fausto y escuchar la porteña jazz band, los sábados pasada medianoche en el sótano de Tortoni, en Avenida de mayo: estrategias de supervivencia mental. Recuerdo haber ido especialmente a escuchar a Roberto Goyeneche en el Viejo Almacén, haberlo cruzado y decirle dos pavadas en los corredores que llevan a los baños. Al rato, sentir la piel de gallina cuando empezó la actuación a menos de tres metros -cantar arriba y atormentado por llegar- con Cristal (Mariano Mores y José María Contursi): tengo el corazón hecho pedazos… rota mi emoción en este día… noches y más noches sin descanso… y esta desazón del alma mía…

En el año 1981 fui a ver a Chick Corea que tocaba con Gary Burton en el gran Rex. Esa es la escena chispa del relato y el tener que haber cruzado el charco para verlo fue raro, aceptando con dolor que ellos nunca irían a Montevideo. La dictadura también era eso: Chick Corea nunca iría / vendría a Montevideo. El cuento trata de esa frustración y de las mañas para salir de ese trancazo emocional; mediante un error o una ficción de bolsillo que uno decide armar y leer para salvar la memoria falsificada. Maquinaciones mentales del tercer whisky, el hábito de la imaginación sin collar o resultados imprevisibles cuando el cerebro comienza a desarreglarse. Después, llegan figuras retóricas que se imponen y son estrategia política; el paseo nocturno por una ciudad triste de luces apagadas, la sensación de soledad y aislamiento y esta desazón del alma mía. Conciencia de los otros mundos paralelos que están en este: nosotros ahí jodidos y David Bowie inventando la trilogía de Berlín… 

Todos los personajes que ahí aparecen son reales y eran mis amigos. Es cierto que la vida claro y que yo mismo me distancié, pero aquellos años hicieron que explotara el divino tesoro y me pregunto dónde están los amigos de la juventud, mucho más nobles que los infantes de Aragón. Casi un espejo menos luminoso de lo que aconteció con los ancestros del 900, que poéticamente son nuestro no futur. Ahora releo y escucho aquellas voces, recordarlos es un gesto político, el relato es confrontación y no hay que dejar que viaje en su solo sentido; tampoco es cuestión de protagonista, sino de asediarlo al olvido. La resolución de los tramos finales del cuento tiene una apariencia de trip sicodélico y fue escrito sin ayuda del Dr. Walter White. En aquellos años la moral dominante era menos decadencia de paraísos artificiales y más justicia del reino de este mundo; había que recurrir a la dialéctica con síntesis y adrenalina de escritura para alcanzar los nirvanas azules. Ahora que la venta de marihuana es libre en Uruguay y Marley se escucha más que Chico Novarro, en la ciudad vieja del león rojo y el perro que fuma, los atajos a la creatividad deberán ser más fluidos. 

Haberlo sabido antes… ese día que murió Elvis corroboro -cuarenta años después- que Chick Corea actuó en Montevideo, y también tocó “Spain”. ¿Habrá vida en Marte?