Protocolos, notas, apostillas y anexos

En el primer año La Coquette buscará definir el proyecto y entender de qué forma la escritura narrativa se modifica mientras dura el contrato del local. Algunas noches dentro del Cabaret se nota confusión, lo que es lógico siendo que los socios vienen de horizontes diferentes. Uno era profesor de literatura hasta hace poco y quedó afectado por asiduas lecturas de la Teoría, el segundo fue publicitario y de ahí la preocupación por el mercado y el diseño; el tercero sigue siendo escritor y hubiera preferido ser el barman detrás de la barra. Al comienzo despunta un impulso de adecuación a las posibilidades tecnológicas, de la misma manera que ellos tres pasaron de la máquina Brother al ordenador personal; evaluar condiciones de producción -cambios en criterios editoriales, oferta audiovisual, reclutamiento de la crítica y alteraciones en el retrato robot de los lectores- atendiendo al llamado de la aventura variante Dr. Jenkyl: probar el brebajo de laboratorio y evaluar ante el espejo abominable si altera el corpus de la obra. 

En esta primera etapa del Cabaret procedemos a presentaciones de lo que será ampliado en noches posteriores y eludiendo una redacción que sería redundante. Cuando el visitante llegue a “inventario XXI y Libro Mayor” del Menú tendrá tres vías orientadas a cada cuento propuesto, novela, libro de relatos, ensayo crítico bajo el campo magnético del comentario al pie de página. En todos los géneros busqué cerca del autor la correspondencia íntima, alguna indicación distante o pista casual para entender, formular desafíos estéticos extenuantes, proponer deducciones cruzando datos evitándome el error de enunciar lo obvio. Mientras organizaba la defensa de esta sección apelé a la teoría literaria; me formé en esa disciplina, la leí con placer y beneficio como un género de ficción aplicándola a las tareas del oficio. 

Forman una estantería con volúmenes que peligran siendo queridas lágrimas analíticas en la lluvia del caos acumulado: vi opacarse los asteroides Wellek y Warren en la galaxia Gredos, deduje el cometa Félix Martínez Bonati sobre el cielo chileno ante telescopios gigantes orientados al Cosmos. Escuché al capitán Roland Barthes comandando la nave Semiótica en sus viajes hacia los confines de figuras retóricas, secundado por corsarios franceses de su misma calaña. Leí cada informe del comandante Mikhaïl Bakhtine describiendo lunas del sistema poético, bautizadas luego Rabelais, Carnaval y Polifonía… rutas estelares hasta la constelación Chronotope, que brilla por encima de todas las otras cuando fusionan el Tiempo y el Espacio. 

Me interpelan los satélites periféricos gravitando dentro y fuera del libro, que Genette llamó paratextos 1987. ¿Hubiéramos leído como le leyó la novela de Joyce -folletín entre marzo de 1918 y diciembre de 1920, salida en libro el 2 de febrero de 1922 en Paris- si se hubiera titulado de otra manera? La ficción del blog pone en cuestión esas categorías centradas en el objeto libro; la supera siendo que la lectura futura propone otro soporte y la confirma de manera imperial, con nuevos replicantes en una coreografía vertiginosa donde el paratexto recobra protagonismo. Me interrogo -pero es sólo una leve duda antes de la inauguración de La Coquette- sobre el resultado final; más que un Diario siendo tarde para empezar me ubico en otra perspectiva: proponer un nexo conciso con cada texto, anotando la fórmula que llevó a esa resolución. Embarcarme en el submarino Peral explorando la parte invisible del iceberg, visitar la biblioteca del capitán Nemo, que viene de los mismos templos que Shiva el implacable. Lo que me interesa auscultar serían comentarios premeditados del propio autor a sus ficciones, haciendo del paratexto una construcción voluntaria. Se redactan para un ejercicio de memoria y explicación, contribuir a la crónica oblicua de la literatura uruguaya coincidente con la cronología de los textos y forzar el paso -dentro de 36 meses- del comentario como guiñada a otro número con su propio equilibro.

Utilizamos en nuestra empresa sinónimos sin ser intercambiables, son zurcidos textuales en cuatro variantes creando un círculo de fuego. Tres entre ellos forman un reservado diferente, excepto “el astillero” donde el avance requiere una apoyatura próxima siendo el susurro parte del control de aquello que crece. Para quienes visiten el Cabaret considerándolo taller clandestino de escritura, puede ser la oportunidad de cotejar tribulaciones ajenas con las propias. Siempre habrá un dicho convocado por la memoria unido al título integrado y cuando el olvido haya obrado su tarea profiláctica apelaré a la invención. Nuestra tarea perpetua consiste en hacer pasar gato por liebre -ambos animalitos saltaban en la novela de Cervantes- observando las tretas mágicas de la liebre de marzo y el gato de Schrödiger.