ENERO 2023
La metáfora que confina la expresión efecto mariposa, sirve tal vez para advertir del paso del tiempo, el acaecer inexplicable por la lógica, la mutación constante de las cosas, salvar el interregno memorioso entre escenas de las que fuimos testigos y que, por razones de armonía o distancia de la vida expandiéndose hacia el epílogo, perseveran en estar asociadas. Recuerdo ahora al redactar estos propósitos que allá por los comienzos de los años setenta del siglo pasado, varios compañeros entre los literatos del IPA estuvimos presentes cuando la joven Mabel Moraña pasó su examen oral de literatura española clásica. En el jurada estaba Jorge Albistur y el tema de disertación era el Capítulo XXII de la primera parte del Quijote, el de los galeotes, doce hombres en pugna con la justicia Real, ensartados en rosario de grilletes, destinados a navegar contracorriente, apóstoles a su pesar del evangelio apócrifo de la novela. Debiendo presentar a la visitante de La Coquette en este enero del 2023, debo señalar que se trata de la Titular de la Cátedra William H. Gass de Humanidades en la Washington University in Saint Louis. Lo que ocurrió en el medio, ella misma lo dijo en un reportaje a Julieta Mariana Vanny: “Me fui en el setenta y cinco para Caracas, que fue el único sitio que en ese momento estaba todavía con las fronteras abiertas, porque México estaba completamente saturado de inmigrados. Hubiera ido a España, pero no me alcanzaba el dinero que pude conseguir vendiendo mi biblioteca. En Caracas estuve tres años en total. Enseguida recibí varias ofertas de Estados Unidos para hacer un Doctorado allí.” El resto del cuento, los interesados lo pueden hallar en el sitio web mabelmorana. com y lo que no figura en su impresionante CV, es que estuvo en el teatro cuando Aníbal Troilo tocó el último tango antes de morir, que según dicen fue “Quejas de bandoneón.”
En el año 2021 Mabel publicó dos libros decisivos en el campo más actualizado de estudios culturales que afectan a nuestras prácticas literarias, los nuevos paradigmas de lecturas y accedió a que retomáramos algunas páginas para la entrega de este mes. Son “Líneas de fuga” y “El problema del cuerpo”, de ambos tenemos en el viejo Océano de La Coquette fragmentos en metonimia emergiendo del iceberg de la investigación. Son prólogos si se quiere, presentaciones, introducciones, estado de la cuestión, hipótesis de trabajo, planos actualizados 3D para orientarse en el continente letrado de lo que se está produciendo en la investigación sobre esas temáticas. Aleph vinculantes de fusión y densidad, una perseverancia lúcida de compartir; visto desde un productor de relatos, parecen ser -en especial el tratado sobre lo efímero del cuerpo- una agenda luminosa sobre temáticas gestándose en la marmita narrativa que precede a los nuevos apocalipsis. Dice Moraña: “Presente en nuestra concepción biológica, y en el final inevitable de la descomposición de la materia, el cuerpo es conocido por nosotros -y nos conoce- en una temporalidad casi del todo superpuesta a la de nuestra conciencia.” Los lectores piensan entonces en Orlando de Virginia Woolf, la pierna de Ahab, las antenitas de Gregorio Samsa, las tetas de Tiresias, el retrato de Dorian Grey, el Dr. Jekyll y el señor Hyde, el cuello de Wilhelmina Murray Harke, los ciegos de Sábato, las colas de cerdo en Macondo, la giba de Ricardo III, las rodillas de Lolita y tantos otros cuerpos del delirio literario. Con “Líneas de fuga” se advierte la revolución semántica post colonial, los movimientos profundos de conceptos de imperio, nación, frontera, supervivencia, desplazamientos; movilidades como si las antiguas luchas de clase entre nobles, burgueses y proletarios del mundo uníos, dieran lugar a la agitación demográfica espacial donde el sujeto padece la aporía exilio / cosmopolitismo. En tanto la línea del horizonte vira al peaje infernal y más para las mujeres de Tijuana, barrera de supervivencia, convirtiendo el laberinto de la soledad de 1951 en narcodédalo de nuevos Templarios, con el mariachi de Los Tigres del Norte en la banda sonora de la serie Netflix.
Todo eso estaba latente siendo falena nocturna en aquel atardecer cervantino en el salón del IPA. El género de la novela caballeresca se travestía en modernidad, los cuerpos de Amadís y Gandalin se trocaban por los del caballero de la triste figura y su escudero rústico de bota de vino y refranes. En una escena fundadora de liberación donde, luego de singular batalla al descampado se trazan doce líneas de fuga de picaros, embustero, flojos de lengua, alcahuetes, burladores, chorizos y buscones reacios a rendir pleitesía a la dama del Toboso de existencia virtual, de la estirpe holograma de Lela Organa de Alderaan.