El presente descriptivo tiene por finalidad allanar la primera consulta del sitio y servir una visión extensiva del Cabaret literario La Coquette. Puede evocar en algunos el manual de instrucciones Ikea para armar una biblioteca de siete cuerpos; si se prefiere, exponer la regulación del tráfico ferroviario de una estación con siete vías. Circulación con cambio de agujas sobre el tendido de cercanías, señales automáticas, cruces entre trazados, desvíos y bifurcaciones, conexiones fuera de horario, redes sensibles e itinerarios aconsejados.
Con una lectura será suficiente para estar al tanto y puede ser útil para consultas expeditivas en visitas posteriores. Se dispusieron en simultáneo la gestión periódica con alimentación de contenidos y un doble movimiento –exterior <–> interior y traslados domésticos- que deberán tenerse en cuenta, de la misma manera que la lista cambiante de músicos invitados.
Los visitantes hallaran un ingreso previsto en siete puertas, siendo el reactor del Cabaret los desplazamientos de textos de ficción y otros escritos de crítica literaria. Así como un prototipo a prueba de relato realidad; sin aspirar a la recepción mundializada de las familias Kardashian y Ozzy Osbourne -el príncipe de las tinieblas-, cantante poseído de Black Sabbath y que los adeptos incondicionales continúan cargando en las redes con suceso sostenido.
Vayamos por partes:
1) cartografía del sitio
El primer ambiente del local aloja el soporte conceptual de La Coquette, su carpintería ideológica política y literaria. Señalización de dominios y rutas de navegación aconsejadas, zona de cargas y descargas donde se recuperan segmentos renovados de material entrado. Dietario de dudas y reflexiones que pueden compartirse a medida que pasa el tiempo, la ficción narrativa vaya incrementándose en número y los vientos del retorno inicien su labor dinámica. En la sección previa fijando objetivos se adelantó información al respecto, y con el descriptivo repasado es suficiente para asistir al espectáculo que comienza puntual en cada sesión.
2) el club de los narradores
Es el feudo heterodoxo de cuentos, relatos breves y otros de media distancia, con tiempo estimado de lectura entre “El infierno tan temido” y “El dinosaurio” de Augusto Monterroso. Reaparece un corpus editado en forma de libro algunos el siglo pasado, otros dispersos en publicaciones variadas a lo que se agregarán inéditos latentes, historias a redactar en los treinta y seis meses venideros, si Shiva lo permite. Los cuentos funcionan primero en una dimensión de círculo cerrado y autosuficiencia. Reconozco que su recuperación el primer año responde a mi criterio subjetivo cambiante, atendiendo a personajes singulares, tema elegido y cuestión técnica a resolver. Son tributo aceptado a la tradición rioplatense del cuento y comedia humana de narradores. Estrategia de literatura menor en la acepción kafkiana y prueba de la brevedad de la vida para escribir todas las novelas, como si ello fuera necesario. En el índice se destaca el título del cuento, del libro donde está y la fecha de la primera edición; habrá en otra sección de paratextos originales la glosa condensada de cada narración. La mecánica posterior se inspiró en el procedimiento del Spider Solitario: cuando hayan aparecido los cuentos que forman un libro, por encanto informático recuperan su unidad original y se desplazan hacia “los ríos ficticios”
3) los ríos ficticios
En esta hidrografía letrada sucede la corriente interactiva del objeto libro en sus avatares tradicionales: novelas todavía en venta, otros ejemplares eclipsadas sin reedición y manuscritos buscando el puerto perdido. Habilita el pasaje del cuento en tanto unidad ensimismada, a otra pluralidad de forma y sentido formando un supra conjunto anecdótico tal como sucedía en la primera edición. Trata del corazón del proyecto y biblioteca central del dispositivo, La Coquette expone su museo de rarezas y se proyecta en los mundos posibles. El procedimiento para el visitante es sencillo, se presenta el inicio del libro para entrar en materia y luego un enlace permite acceder al pdf, sin ruido de referencia periférica distrayendo la navegación.
4) el astillero
Tuve la suerte de conocer por dentro dos astilleros complementarios: el irrecuperable de la novela de Juan Carlos Onetti y los reales de Saint-Nazaire, donde se arman los cruceros más grandes de la historia y que navegan los siete mares sin peligro a la vista. Me pareció una imagen expresiva para inducir la noción de obra en progreso, suerte de taller de escritura de puertas abiertas y redacción sujeta a control, la ocasión de confrontar en tiempo real la evolución de algunos proyectos. Los habrá de dos tipos: narrativos y de crítica literaria. El material propuesto consta de dos partes, textos destinados acaso a la edición y exegesis sobre caliente al margen, ocurrencias que luego se omiten o se pierden por el camino extenuados de amnesia. En este caso evolutivo -a diferencia de cuentos, novelas y ensayos- el comentario del autor forma parte de la pestaña.
5) episodios universitarios
En orden cronológico estricto el profesor de literatura fue anterior al escritor y el lector precedió al profesor. La articulación entre los tres asociados del Cabaret es menos complicada de lo que aparente. Se puede alegar una coexistencia cordial con pocas disputas retenidas en la esfera privada; comparten un lento aprendizaje, la conciencia de que en los textos están y se zanjan los misterios de la literatura: allí está todo lo que hace falta saber. Cuando ocurrió el paso de la enseñanza secundaria a la universitaria se aceleró –por obligaciones docentes- la actividad crítica. Mesas redondas, conferencias, artículos, coloquios, memorias, seminarios e investigaciones requieren una oportuna restauración que ocupará más tiempo del previsto.
6) Inventario XXI y libro mayor
Todo relato tiene un punto de partida en la memoria y la imaginación, es un momento acotado del lenguaje, incorpora lecturas previas y responde a una emoción social o sacudimiento íntimo, a mandatos porfiados del deseo. La ficción tiene banda de audio con varias pistas y erotismo que nunca pasó al acto, bares de hoteles con pianista y encierros depresivos; imitaciones ocultas, saltos al vacío a sabiendas del desastre consecuente y tantas otras cosas: postales del traslado a mundos raros, apuntes a mano alzada sobre escenas soñadas, momentos sublimados o hundidos por la misma escritura. Quizá el denominador común que se pueda compartir sea la propuesta y solución tentada de cuestiones técnicas del oficio rondando la tarea: narrador aspirante a integrar el club, extensión en signos y palabras, punto de vista, oralidad rescatada, personajes inverosímiles, ciudades invisibles y lo otro indefinido que iremos descubriendo. De ahí lo de protocolos, notas, apostillas y anexos.
7) los espejos retrovisores
El séptimo día se reserva al descanso e ida al mercado, espacio público donde afinamos referencias recordando críticas buenas entre las otras, oímos vendedores al grito y paseantes que se estiman profetas. Se cambia moneda en lenguas traducidas y trafica ediciones de referencia, conversando en voz baja sobre proyectos futuros. En el mercado dominical el cuento es infinito y hay un continuará con puntos suspensivos al acecho aguardando la próxima semana. Por eso digo que Diderot decía que un personaje decía, al comienzo de la novela del fatalista, que narra jurando que dice la verdad, que Jacques decía que su capitán decía: todo lo bueno y lo malo que nos sucede aquí abajo está escrito allá arriba.