ABRIL 2022
La visita se comenzó a preparar antes de conocer la atribución del premio Cervantes; este viernes todo lo que siempre se quiso saber sobre Cristina Peri Rossi, estará en la prensa escrita, internet y los medios audiovisuales del área cultural hispánica. Para iniciarse a la aventura de esta uruguaya en la entrega de Abril, los asiduos de La Coquette pueden contar con el valioso ensayo de Néstor Sanguinetti y doce poemas destilados marcando las horas: en la plateada esfera del reloj, las horas que agonizan se niegan a pasar, hay un desfile de extrañas figuras, que me contempla con burlón mirar… solía cantar el entenado de Tacuarembó. El dominio de CPR es de inspiración clásica mediterránea con su propia rosa de los vientos: exilio, navegaciones, lesbianismo, Poiesis. Una de las escenas fundadoras sucede cuando en la biblioteca del tío comunista diferenció libros de mujeres escritores y suicidas: Safo, Alfonsina Storni, Virginia Woolf y decidió romper desde niña el círculo casuístico de esa fatalidad. CPR cursaba el IPA allá por el 63 cuando salió su primer libro “Viviendo”: “Nunca olvidaré a Anglés y Bovet, viejo profesor de Lengua española que fumaba en chala, leía con luz de vela y renegaba del cine sonoro.” Vivió en 19 casas, la travesía del exilio fue su primera salida de la Banda Oriental y había nacido un noviembre noviembre bajo el signo de Escorpio, el octavo pasajero del Zodíaco. De chica la llevaban a ver zarpar los barcos de los muelles de La Coquette, compró durante años maquetas de barcos souvenir y adoptó un entusiasmo filatélico por estampillas de embarcaciones: Navegare necesse, Vivere non necesse era el lema del semanario uruguayo donde colaboró a instancias de Ángel Rama. En algún selfie escrito dijo “soy simbólica y ritualista”, “soy intensa y veloz”, “el exilio es desprenderse de la primera biblioteca” y “escribo porque el tiempo todo lo cambia.” De joven -los primeros veinte años de vida sentimental- hacía el amor escuchado el preludio y muerte de amor de Tristán e Isolda; luego se pasó al “Magnificat” de Marco Frisina en la versión de Mina, la misma de “E se domani” y el dúo con Lucio Battisti. La escritura fue un largo camino “Dice Sigmund Freud que toda felicidad de adulto es la realización de un sueño infantil. Bien, yo de chica, quería ser escritora. No es lo único que quería, también quería ser santa, pianista, pintura, bióloga especializada en conducta animal y jugadora de fútbol.” El 4 de octubre de 1972 CPR se embarcó en el puerto de Montevideo -la bahía wagneriana del Graf Spee- y su Citera sería Colonia Barcino Barcelona; hace medio siglo y se dice fácil. El exilio fue muerte y resurrección, el viaje incierto a lo desconocido de las fuentes evoca óleos de Joaquín Torres-García en Mon Repos de Tarrasa, donde saliendo de la infancia leemos MONTEVIDEO. Después del regreso a Ítaca -misterios de la anagnórisis- Ulises decide seguir el viaje para darle movimiento a lo poco de vida que nos queda.
Este 22 de abril del año 2022 es día de celebración para la literatura uruguaya y habría que escuchar a Chico Buarque en su “Pequeña serenata diurna”. Leemos en Peri Rossi la fusión de desgarro y una suerte de catarsis sensual que con torpeza llamaríamos sentido del humor, coqueteando siempre con el sentido del amor: “En realidad, mis relaciones amorosas han sido casi siempre triangulares; la mujer amada, yo, y la biblioteca. (Los psicoanalistas, más finos, embelesados -como yo- por los juegos de palabras dirían: ella, la literatura y tu)”. En una charla reciente de Luis Bravo el poeta se refirió a CPR como la Safo uruguaya, una Safo octogenaria sin edad que al compromiso feminista le agregaba un credo asumido de monoteísmo y monogamia. Es innegable; pero a veces, algunos días, ciertas temporadas, a ratos o por culpa de ella, esa ceguera pasional impone su exclusividad celosa mientras talla la escritura. “La literatura es una amante histérica: pide mucho y da poco, pero es sabido el encanto que ejercen las grandes seductoras sobre las mentes obsesivas, como la mía. Obsesivita, digamos (es más tierno y más real)”. En la literatura suelen complicarse los avatares de género -pulsión humana lindando el erotismo- pues entran en escena imaginación y fantasía; como afirmó sonriendo la interesada en una mesa redonda de “El faro de Alejandría”: sin perversiones no hay erotismo y el gran órgano sexual es el cerebro. Cosa mentale…